Científicos hispanojudíos
La actividad de los científicos hispanojudíos durante la Edad Media tuvo su mayor relevancia en la traducción y difusión de las obras de estudiosos árabes y de los clásicos grecolatinos. El hecho de que gran parte del conocimiento se transmitiera de manera oral, el que se especializaran en campos como la medicina, en los que no era habitual dejar testimonio escrito, o la falta de originalidad de sus planteamientos (en una época poco dada a las innovaciones), dificulta seguir el rastro de la impronta judía en el desarrollo de conocimiento científico. Sin embargo, su papel en disciplinas como la astronomía tuvo una relevancia innegable. Algunos nombres, como los de Abraham ben'Ezra, Maimónides o Zacut, han pasado a la historia por la diversidad de sus saberes, la influencia que tuvieron sus escritos en toda Europa y su condición de referentes para todo el mundo judío e incluso entre musulmanes y cristianos.
Como se ha señalado, los hispanojudíos destacaron ante todo como traductores, habitualmente del árabe al hebreo, el latín y el romance. También en este aspecto han quedado en el olvido muchos nombres fundamentales en el proceso de difusión del conocimiento, ya que por lo común los judíos traducían de manera oral del árabe al romance y luego un cristiano vertía el texto al latín, idioma internacional que permitía que llegara a las comunidades cultas de toda Europa, lo que favorecía que el traductor cristiano fuera conocido mientras el judío quedaba en el anonimato.
En cualquier caso, los judíos contribuyeron a la transmisión de la ciencia árabe, la más avanzada de la época. Su momento de máximo apogeo en al-Andalus tuvo lugar durante el siglo X, un periodo de especial tolerancia en el que pudieron disfrutar de protección por parte del califato, y durante el siglo XI, bajo los reinos de taifas. Los grandes centros donde se asentó la comunidad judía fueron las ciudades de Córdoba, Granada y Lucena, ciudad habitada solo por judíos, consiguiendo incluso de ejercer cierta influencia política y cultural.
En la época califal destacó la figura de Hisdai ibn Shaprut, médico personal de 'Abd al-Rahman III y alto cargo político, que ejerció el mecenazgo sobre las ciencias y las artes, y encargó la traducción al árabe de la obra médica de Dioscórides, que tendría una enorme influencia. En este campo sobresalieron Ibn Yanah e Ibn Burklaris, quienes elaboraron compendios farmacológicos. Durante el periodo de los reinos de taifas, sobresalieron dos científicos: Ishaq ben Baruk Albalia, y Abu al-Fadl ibn Hasdai, converso al islam, ambos dedicados a la astronomía y las matemáticas. Otros nombres que cabe citar son los médicos Menahem Ibn Al-Fawwal y ya en época nazarí Abraham ibn Zarzal.
Sin embargo, con la llegada de los almorávides y almohades en el siglo XII la convivencia se rompió y los judíos tuvieron que elegir entre la muerte, la conversión o el exilio. Entre los que eligieron esta última opción, sin duda el nombre más relevante es el de Maimónides, famoso filósofo autor de la Guía de los perplejos, pero también prestigioso médico, quien con su Guía de la buena salud contribuyó a la evolución de la medicina en occidente. Muestra de su modernidad fue su rechazo a la astrología. Otros exiliados fueron los Ibn Tibbon, traductores que llevaron la ciencia árabe a Francia en el siglo XIII
En el caso de los judíos que habitaban en los reinos cristianos, hasta el siglo XII apenas hay noticias sobre su presencia. Su principal ocupación eran las tareas económicas y administrativas, pero también se dedicaron a la medicina, las matemáticas, la astronomía, la astrología y la magia.
Un personaje que alcanzó gran relevancia fue Pedro Alfonso (nombre que adquirió tras su conversión Mose Sefardí), médico de Afonso I de Aragón, XII y de Enrique I de Inglaterra. Concibió una nueva clasificación de los saberes, que incluían medicina y ciencias ocultas. También destacó Abraham bar Hiyya, nacido en Barcelona, quien ejerció como compendiador y traductor. Sus obras científicas abarcan conocimientos generalistas, matemáticas y astronomía. Se considera que elevó el hebreo a la categoría de lengua científica. También fueron muy importantes sus traducciones al latín en colaboración cristiano Platón de Tívoli. Gracias a su Liber embadorum la Europa cristina aprendió geometría y trigonometría.
Uno de los nombres más destacados de la ciencia hispanojudía es Abraham ben'Ezra, poeta, científico, filósofo y traductor nacido en Tudela. Además de escribir sobre gramática, matemáticas, astrología, astronomía, física y filosofía, sus traducciones contribuyeron a dar a conocer la cultura musulmana en Europa. Igual de prolífico fue Johannes Hispanus, cuya vida es poco conocida y que quizá representa a varios autores o a un converso. Es conocido sobre todo por introducir la aritmética árabe en occidente y por difundir el concepto de algoritmo. También fue el autor original de Epitome totius astrologiae, aunque según algunos estudiosos esta es obra de Juan Avendeath.
Durante la Baja Edad Media, la difusión se realizó en lengua romance, tanto en castellano como en catalán, con predominio de obras sobre astronomía. Esto permitió elevar la lengua vulgar a una condición de lengua científica, pero como contrapartida limitó su difusión en Europa. Muchos judíos se especializaron en la elaboración de tecnología: astrolabios, relojes, aparatos de observación, etc., pero no se conservan, ni se saben los nombres de los artesanos. Algo similar sucede con los médicos, muy abundantes, pero sobre los que apena hay documentación. También fue típica su dedicación a las ciencias ocultas: astrología, alquimia y magia.
En ocasiones, los judíos contaron con la protección de los reyes, caso de Alfonso X el Sabio en Castilla y Pedro IV el Ceremonioso en Aragón. En la corte alfonsí, participaron en la elaboración de las obras colectivas de su reinado, como el Lapidario y el Libro de las tablas alfonsíes. Se conoce los nombres de Yehudá ben Mosé ha-Kohén, Isaac ben Sid, Don Abraham, Semuel ha-Leví y Don Mosé. Un importante centro intelectual fue Toledo, donde vivieron Yehuda ben Aser, Mose ben Crispín ha-Kohén y la familia de médicos Ibn Waqqar, quienes escribían en árabe. Dentro del campo de la medicina también sobresalió Isaac Israeli.
En el reino de Aragón hubo poca actividad entre los científicos judíos, aunque en el siglo XIII cabe citar a Sem Tov ben Ishaqu Tortosi y a Leví ben Abraham ben Hayyim, natural de Provenza, uno de los centros judíos más importantes de la época y por entonces dependiente de la corona de Aragón. Durante el reinado de Pedro IV se produjo cierto auge, con un aumento de la actividad en Barcelona, Perpiñán y Mallorca, por ejemplo con las creaciones de los cartógrafos Cresques. Además de la tradicional consagración a la astrología y la traducción, también hubo judíos dedicados a la oftalmología, la farmacología e importantes fabricantes de instrumentos de cálculo y observación astronómica, astrolabios, relojes, brújulas, cuadrantes y armillas, entre los que se conoce a Isaac Nafuci y a Belshom Efraim. Otras figuras importantes fueron los astrónomos Bonet David Bonjor, y Jacob Corsino
Como muchos reyes de la época, Pedro IV era aficionado a las ciencias ocultas, y tuvo como consejero a Menahem. También contó con la asistencia de médicos judíos, como Samuel Benveniste. Por otra parte, es sabido que durante este periodo ejercieron la medicina algunas mujeres, caso de las matronas na Coti y na Floreta, y ha quedado constancia de algunos escritos médicos, como los dedicados por Abraham ben David Caslari a la peste.
Durante el reinado de Juan I, el filósofo Hasdai Crescas introdujo la crítica a la física aristotélica, mientras que ya en el siglo XV destacó el matemático y astrónomo Salomón Ibn Verga. También se conoce el nombre de Abnarrabí, oftalmólogo que operó de cataratas a Juan II de Aragón. Pero la figura más destacada de este periodo es Abraham ben Samuel Zacut, quien estudió en Salamanca y elaboró unas importantes tablas astronómicas. Tras la expulsión de los judíos se trasladó a Portugal, donde fue nombrado Astrónomo Real. Su obra incluyó tratados sobre cabalística, lexicografía, geografía, historia, astronomía y astrología. Zacut representa al mismo tiempo el apogeo y el final de la ciencia hispanojudía, testimoniando la gran pérdida que supuso para la nación la expulsión de los judíos.
Fuentes consultadas
Gómez Aranda, M. (2003). Sefarad científica la visión judía de la ciencia en la edad media: Ibn Ezra, Maimónides, Zacuto; prólogo de Miguel García-Posada. 1a ed. Nivola.
Memoria de Sefarad: Toledo, Centro Cultural San Marcos, octubre 2002-enero 2003. (2002). Sociedad Estatal para la Acción Cultural Exterior.
Romano, D. (1992). La ciencia hispanojudía. MAPFRE.
Roth, N. (2007). Dictionary of Iberian Jewish and converso authors. Aben Ezra.
Sáenz-Badillos, Á. (2000). Judíos entre árabes y cristianos luces y sombras de una convivencia. El Almendro.
Créditos: Elaborado por el Servicio de Información Bibliográfica de la Biblioteca Nacional de España.