El libro ilustrado español (I): los manuscritos iluminados
Los manuscritos altomedievales
En la actualidad tan solo se conservan unos 400 códices altomedievales españoles debido a la desaparición de muchos originales a causa de incendios, destrucción o deterioro irreparable. La mayoría de ellos son beatos o crónicas históricas. Se trata de obras de “amalgama” en los que se detecta la influencia de la cultura clásica, de la tradición germánica y bizantina, además de la huella norteafricana y visigoda. En la última parte de este periodo también se dejó notar el influjo del estilo carolingio.
Durante el periodo visigodo (siglos VI y VII) la ornamentación de los libros fue pobre, con motivos genéricos y sin representaciones figurativas. La muestra más antigua que se conserva de una página visigoda con decoración figurativa es el Libellus Orationum, de alrededor del año 700. A partir de la invasión musulmana se realizaron algunos manuscritos asturianos (siglos VIII y IX) en los que sobresalen las letras capitales y las marginalia (elementos que aparecen en los bordes de los manuscritos). El Códice de Roda incluye representaciones de la Adoración de los Reyes Magos, un mapamundi y una recreación de Babilonia.
A lo largo del siglo X el centro político se desplazó de Asturias a León y con él la producción de manuscritos, aunque se mantuvieron las mismas características. Moralia in Job, realizada por el gran artista Florencio, contiene la primera representación del alfa y el omega y del Cristo en Majestad.
En las regiones del país bajo dominio musulmán se impuso el estilo mozárabe, en el que la huella islámica se manifiesta en motivos como el arco de herradura, la utilización del dibujo abstracto y un gran colorido. Se conserva el manuscrito de la Biblia hispalense, de finales del siglo X, que incluye figuras de los profetas. Destaca por su estilizada caligrafía y por la utilización de pájaros y peces en las capitulares.
Los beatos
Sin duda, los beatos son los manuscritos más destacados de la producción documental española de la Alta Edad Media. Se trata de copias del Comentario al Apocalipsis escrito por Beato de Liébana en el 776, elaborados entre los siglos X y XIII. Los rasgos comunes son un estilo antinaturalista y la profusión de imágenes simbólicas. Los rostros son expresivos, con ojos grandes y similitud entre los diferentes personajes representados. Los colores suelen ser planos, intensos y cálidos.
El Códice de Fernando I y Dña. Sancha es uno de los dos únicos beatos originales que posee la BNE (el otro es el Beati Emilianense). Se trata de un beato especialmente lujoso, con profusión de oro y 98 miniaturas, muchas de ellas a página entera y a doble página, de gran expresión y habilidad técnica. Algunos de los beatos más destacados son el de Valcavado (Palencia) realizado por el monje Oveco en el año 970, con una elaborada Cruz de Oviedo; el de Tábara (Zamora), elaborado por las mismas fechas por Magio, Emeterio y Ende (la única mujer iluminadora de la época que se conoce), que posee unas ilustraciones magistrales, como la que representa la torre del monasterio, la cual permite hacerse una idea de los scriptoria medievales; y el de Gerona (975), también elaborado en Tábara, en el que destaca la ilustración del descenso de Jesucristo a los infiernos.
Aparte de los beatos mozárabes, también hay otras obras destacadas del siglo X que merecen ser citadas. Entre las biblias sobresale la de León del año 960, iluminada por el maestro Florencio; la Crónica albeldense (976) y el Códice Emilianense del 994 (en el Monasterio de El Escorial), que incluyen miniaturas que sirven como comentario a los textos; y el Antifonario de León (guardado en el Archivo catedralicio de León), que destaca por su notación musical y por sus inusuales ilustraciones en un antifonario (libro de coro).
La ilustración románica
Siguiendo La ilustración de los manuscritos, de Ana Domínguez Rodríguez, convencionalmente a partir del año 1000 se empieza a hablar de la ilustración románica, que llegaría hasta 1225. Hasta entonces la ilustración española había seguido su propio camino, pero desde este momento se integró en la corriente europea de iluminación. Durante este periodo aumenta la producción de códices, siguen predominando los temas religiosos con un estilo estático, el dibujo es poco realista y pervive la predilección por la abstracción. A partir del siglo XII se deja notar una fuerte influencia de la iconografía bizantina, llegada a través de la expansión de la orden cluniacense, y un uso más elaborado de los colores.
El primer románico español tiene su centro más importante en el monasterio de Santa María de Ripoll, gracias a la promoción del abad Oliba. De aquí saldrá la Biblia de Ripoll, actualmente en el Vaticano, y la Biblia de Roda, obra de los mismos artistas desconocidos, para las que se utilizó como soporte la vitela (piel de becerro) y caligrafía carolina, lo que indica el abandono de la tradición mozárabe, sustituida por el estilo llegado desde Francia.
También a León llegaron las nuevas corrientes estilísticas influidas por el renacimiento carolingio, las cuales se manifestaron por ejemplo en el Libro de Horas de Fernando I y Sancha de 1055. El diseño elegante del manuscrito lleva la firma del escriba Petrus y del artista Fructuoso.
A partir del 1075 se entró en el románico pleno, que precisamente vivió su auge en Castilla y León. Aquí se elaboró el Beato de Osma (1086), una obra maestra de la iluminación medieval. Otro beato destacado es el de Silos (1109), con iluminaciones del monje Pedro.
En Galicia se realizó el famoso Tumbo “A” de Santiago de Compostela, donde los reyes y la nobleza están representados a página completa, siguiendo la tradición bizantina. También en la ciudad compostelana se elaboró el Codex Calixtinus (c. 1160), un manuscrito de devoción a Santiago en el que destacan las iniciales y sus piezas musicales.
En Cataluña cabe mencionar el Beato de Turín, que muestra la vigencia de la tradición de los beatos iniciada dos siglos antes.
Durante el románico tardío (1150-1225) se crearon algunos de los ejemplares más virtuosos de la iluminación medieval. Un manuscrito magistral es el Beato de San Pedro de Cardeña, conservado en el Museo Arqueológico Nacional. También destaca la Biblia románica de Burgos (c. 1175), que contiene dos de las mejores miniaturas del románico; y la Biblia de Ávila, de la escuela romana y llegada a España a finales del siglo XII, que sobresale por su expresionismo y por sus extraordinarias iniciales.
El Libro de los Testamentos de la catedral de Oviedo contiene algunas de las más bellas páginas del románico español. Es obra de Pelagius, quien supo plasmar un dibujo original, lleno de imaginación y colorido. Por su parte, el Libro de las Estampas de la catedral de León contiene unos retratos de reyes que destacan por su realismo. Vida y obras de San Ildefonso, muestra del arte toledano de principios del S.XIII con 14 preciosas miniaturas a página completa.
En los reinos orientales de la península destacan el Beato de Navarra, de procedencia incierta, y la Biblia de Pamplona, encargada por el rey Sancho. En la corona de Aragón la obra cumbre es la Biblia de Lérida Archivo Capitular de Lérida), que contiene capitales con hombres, animales y seres imaginarios. Lo más destacado de la producción catalana se encuentra en los cartularios, como el Liber Deudorum Maior, original en su uso de elementos arquitectónicos, y el Liber Feudorum Ceritaniae, singular por la variedad de los vestidos recreados.
La ilustración gótica
El siglo XIII supuso un cambio de paradigma en el arte europeo con el inicio del estilo gótico, el cual llegaría hasta el final de la Edad Media. En este momento perdieron protagonismo los monjes y aparecieron los artistas laicos. Los dibujos eran más realistas y detallados, y a partir del siglo XIV se incluyen temas ajenos a la religión, principalmente relacionados con la monarquía y la nobleza. Por su parte, era frecuente representar a personajes bíblicos o de la Antigüedad con ropajes y escenarios contemporáneos. También empezó a experimentarse con la perspectiva y la luz.
Durante el siglo XIII, en la península ibérica floreció la miniatura alfonsí, vinculada a Alfonso X el Sabio (1221-1284). Estos libros aunaban un gran valor formal y de contenido, produciéndose una fructífera síntesis entre las influencias musulmanas y francesas sobre la tradición hispánica. La obra más importante del gótico español es Cantigas de Santa María, cuyas miniaturas (2.400 en el Códice Rico) están pensadas para ser exhibidas.
En la Corona de Aragón, durante el siglo XIII se impuso un estilo francogótico, cuya mejor representación es el Vidal Mayor, compilación del Fuero de Aragón encargada por Jaime I el Conquistador, que contiene imágenes de su corte y escenas burlescas que ocupan los bordes.
A lo largo del siglo XIV el estilo gótico se dividió en varias corrientes con sus características propias. El gótico lineal se implantó en Castilla, aunque no propició obras notables, con excepción de la Crónica Troyana, que contiene espectaculares imágenes de batallas. Por su parte, el estilo italogótico tuvo una mayor incidencia en Cataluña, como se puede comprobar en la obra del Maestro de los Privilegios, ilustrador del Libro de los privilegios.
Otro artista importante fue el también pintor Ferrer Bassa, autor del magistral Libro de Horas de la reina María de Navarra, en el que se percibe un equilibrado uso del color y que contiene abundantes e imaginativas marginalia.
Un caso especial es el de la iluminación de las obras dirigidas a los judíos españoles. Es característica la Biblia procedente de Perpiñán (1299), en la que se utilizó mucho pan de oro y la típica letra roja sefardí. También es famosa la Biblia de Kennicott, con peculiares dibujos en los bordes. Otro tipo de textos popular es el Hagadá, que se ocupa de la Pascua judía y que cuenta con ejemplares tan brillantes como la Hagadá Dorada, con bellas decoraciones.
El gótico internacional
El estilo gótico internacional arraigó con especial fuerza en la Corona de Aragón. Aunque su máximo esplendor se aprecia en la pintura sobre tabla, también hay algunas bellas muestras de manuscritos iluminados. Tal es el caso de El breviario de Martín de Aragón, que contiene 12 pinturas de gran tamaño, y del Misal de Santa Eulalia, el mejor ejemplo del gótico catalán, obra de Rafael Destorrents. Dentro de esta corriente, tuvo especial relevancia el artista Bernat Martorell, ilustrador (él o su taller) del Comentario de los Usatges y de un delicado Libro de Horas de Santa Clara.
Si Mallorca ganó fama por sus mapas y portulanos, como el espléndido Atlas Catalán, en Valencia destacó el taller de la familia Crespí, de donde salió el Salterio y Libro de horas de Alfonso V el Magnánimo, de enorme variedad, originalidad y calidad de detalle.
En Castilla el gótico internacional tuvo un cariz más cercano al estilo italiano que al del norte de Europa, como le pasaba al catalán. Algunas de sus obras más relevantes fueron los Libros de Coro de la catedral de Sevilla, de formas insinuantes; la Biblia romanceada en El Escorial, con refinadas imágenes del Antiguo Testamento; y la Biblia de Alba, conocida sobre todo por su traducción y repleta de ilustraciones de pequeño tamaño.
A mediados del siglo XV cobró relevancia el estilo hispanoflamenco, cuya mejor representación estuvo en la pintura sobre tabla. En lo que respecta a las miniaturas, sobresalen el Libro del Caballero Zifar y el Libro de Montería, ambos de gran valor literario y útiles para conocer la vida de la época. De igual manera, en la Genealogía de los Reyes de España se puede observar el boato de la corte de Enrique IV.
Aunque los manuscritos iluminados más lujosos de la colección de Isabel la Católica fueron realizados en Flandes, también existen algunas buenas muestras españolas, como el Misal de Isabel la Católica, que refleja la pompa de la monarquía, y el Breviario de Isabel la Católica, de exuberante decoración. En una época en la que los libros litúrgicos han dejado de ser un objeto privado de devoción para convertirse en signos externos de ostentación, cabe mencionar el Misal de Toledo, también conservado en la BNE, con una representación llena de expresividad de la Última Cena.
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Créditos: Elaborado por el Servicio de Información Bibliográfica de la Biblioteca Nacional de España.