Scriptoria y artistas en la Alta Edad Media
Los scriptoria altomedievales eran centros de producción y copia de manuscritos, situados principalmente en monasterios y catedrales. Estos talleres tuvieron un papel crucial en la preservación y transmisión del conocimiento, tanto religioso como secular. La mayor parte de los manuscritos más antiguos se ha perdido, en muchos casos a consecuencia de las razias de Almanzor, que a finales del siglo X destruyeron numerosos monasterios. Sin embargo, tenemos constancia de esas obras y de sus centros de procedencia gracias a las referencias incluidas en las copias posteriores.
A lo largo del siglo X, uno de los lugares que experimentó un mayor florecimiento del libro ilustrado fue el Reino de León. De aquí procede el códice datado más antiguo, Vitae Patrum, año 902, de San Valerio del Bierzo. En esta zona se han identificado diferentes scriptoria como Santo Toribio de Liébana, San Cipriano del Condado, Santos Cosme y Damián de Abellar, San Salvador de Tábara, Santa María de Valcavado y el Monasterio Real de San Benito. Destacable fue también el papel de los monasterios riojanos como San Millán de la Cogolla y San Martín de Albelda.
En cuanto a los copistas e iluminadores, eran monjes especialmente entrenados en la escritura que trabajaban en el scriptorium bajo la supervisión de un bibliotecario o armarius, responsable de organizar y mantener la calidad de los manuscritos. Los copistas trabajaban largas horas en exigentes condiciones de iluminación y temperatura, lo que requería de una gran concentración y paciencia.
Estos artistas se mantuvieron generalmente en el anonimato, pero algunos nombres han perdurado a través de los siglos. Es el caso de Magius, considerado el iniciador del segundo estilo pictórico de los Beatos y conocido por haber trabajado en el Beato de San Miguel de Escalada y en el Beato de Tábara, obra que fue continuada por sus discípulos Emeterio y Ende. Es significativo el caso de la monja Ende, cuyo nombre aparece unido al de Emeterio en dos ocasiones: acabando el Beato de Tábara, bajo la dirección de Emeterio; y en el Beato de Gerona, donde es Ende la que aparece como responsable.
Vigila es otro de los artistas más interesantes de su época. Trabajó durante dos años en el Códice Albeldense, según consta en el colofón. La nómina de copistas e ilustradores es amplia. Tenemos también constancia de los trabajos de Monnio, Obeco, Senior, Florencio y Facundo, entre otros.
Desde la siguiente pestaña puede explorarse un mapa con algunos de los manuscritos iluminados más destacados. La ficha de cada una de estas obras incluye el scriptorium de procedencia o, en su caso, la zona geográfica a la que pertenece, así como la mención de los copistas e iluminadores, en los casos en que se conoce su autoría.
Bibliografía
Escolar Sobrino, H. (1998). Historia del libro español. Gredos
García-Diego, P. y Alonso Montes, J. (2011). La miniatura altomedieval española. Asociación de Amigos del Arte Altomedieval Español
Williams, J. (1987). La miniatura española en la Alta Edad Media. Casariego
Yarza Luaces, J. (2007). La miniatura en los reinos peninsulares medievales. En Joaquín Yarza Luaces (Ed.), La miniatura medieval en la Península Ibérica. Nausícaä
Otras fuentes:
Asociación de Amigos del Arte Altomedieval Español. Turismo Prerrománico. https://www.turismo-prerromanico.com/home-b__trashed-2__trashed-2__trashed-2-2-2/
Créditos: Elaborado por el Servicio de Información Bibliográfica de la Biblioteca Nacional de España.