Edad Media
Al igual que las de otros territorios europeos, la antigua liturgia hispana se desarrolló entre los siglos V y VII, evolución que se vería truncada por la llegada de los árabes. La mayor parte de los testimonios litúrgicos que han llegado hasta nosotros datan de la época mozárabe, es decir, entre los siglos VIII y XI. Entre las fuentes más señaladas se encuentran el Liber hymnorum, el Liber misticus y el Códice de Azagra, procedentes de la catedral de Toledo y, en la actualidad, custodiados en la Biblioteca Nacional. A la altura del siglo XI la liturgia hispana fue sustituida por la romana y el canto gregoriano; fue una transformación compleja, impulsada, muy en primer término, por los monjes cluniacenses.
Tratados como el célebre Enchiriadis demuestran que los principios de la polifonía eran conocidos en suelo hispano desde el siglo XI, pero el paso de la teoría a la práctica no tendría lugar hasta, al menos, la segunda mitad de la siguiente centuria. Surgieron en primer lugar las polifonías aquitanas, a las que siguió la llamada Escuela de Notre Dame de París, que desarrolló el primer sistema musical medido; entre las fuentes fundamentales para el estudio de esta escuela destaca el libro de conductus y motetes del siglo XIII conocido como Códice de Madrid.
En el género lírico resultó determinante la actividad de los trovadores, que cultivaron géneros como la cansó, poema acerca del amor cortés, o el sirventés, sátira de carácter moral o político; y la de los juglares, que recitaban las poesías o canciones de aquellos ante los reyes o los magnates, así como en ambientes más populares. De esencial relevancia fueron, por otro lado, las cantigas de Martín Códax, pertenecientes al repertorio en gallego-portugués, y las de Santa María de Alfonso X el Sabio, de las que se conocen tres distintos códices, uno de los cuales, el de mayor antigüedad, se encuentra en la Biblioteca Nacional. Otra figura significativa es Teobaldo I de Navarra, de cuyas canciones nos han llegado un total de catorce manuscritos, conservados en la Biblioteca Nacional de Francia; la BNE las alberga en una edición posterior, del año 1757. En cuanto al drama, muy diferente al de la Antigüedad clásica, estuvo vinculado a la liturgia católica; el Misterio de Elche y el Canto de la Sibila son dos de sus manifestaciones principales.
Créditos: Elaborado por el Departamento de Música y Audiovisuales.