Periodo incunable
El primer libro musical impreso, elaborado por un taller anónimo entre 1470 y 1473, es el Gradual de Constanza, del cual se conoce tan solo un ejemplar completo, el de la British Library. Se inició así, en el ámbito de la imprenta de música, el llamado periodo incunable, que concluirá en 1500. Se caracteriza por la combinación de dos técnicas de estampación, la tipográfica en varias tiradas y la xilográfica (grabado en madera); por el predominio de los libros litúrgicos en notación cuadrada, destinados al culto de las distintas congregaciones religiosas; y por la ausencia de tipógrafos especializados: los libros de música eran obra de impresores generalistas. Representar la notación suponía, por otro lado, un importante reto. Con frecuencia se imprimían solo los pentagramas, y la notación se añadía después a mano. Finalmente comenzó a aplicarse a la música el sistema de tipos móviles metálicos de Gutenberg, campo en el que sobresaldría, ya en los albores del siglo XVI, el italiano Ottaviano Petrucci.
En España la primera obra musical impresa es el Missale Caesaraugustanum, alumbrado en el taller zaragozano del alemán Pablo Hurus en 1485, que en la Biblioteca Nacional se encuentra en una edición posterior, de 1498; y el primer tratado teórico, Lux bella, del bachiller Domingo Marcos Durán, impreso en Sevilla por los llamados “cuatro compañeros alemanes” (Pablo de Colonia, Juan Pegnitzer de Núremberg, Magnus Herbs y Tomás Glockner) en 1492. El incunable español del que se ha conservado un mayor número de ejemplares es el Processionarium ordinis praedicatorum, confeccionado en Sevilla por el también germano Meinardo Ungut y el polaco Estanislao Polono. El legado de los tipógrafos alemanes, responsables en estos años de veintitrés libros litúrgicos y ocho obras teóricas, radica también en haber enseñado el oficio a una nueva generación de impresores españoles.
Créditos: Elaborado por el Departamento de Música y Audiovisuales.