Astronomía
Para comprender el panorama de los estudios astronómicos en la España del siglo XVI, cabe tener en cuenta algunos factores importantes. En primer lugar, tienen como base la rica herencia de la astronomía medieval desarrollada en la Península Ibérica, destacando especialmente las aportaciones de los científicos árabes o las Tablas alfonsíes elaboradas por iniciativa de Alfonso X. Asimismo, la obra astronómica más relevante de finales de la Edad Media es la del astrónomo y rabino salmantino Abraham Zacut, publicada originalmente en hebreo (ha-Hibbur ha-gadol) en 1478 y corregida y editada en latín como Almanach perpetuum por Alfonso de Córdoba en 1502.
Por otra parte, no debe olvidarse que predomina el modelo ptolemaico, donde se considera a la Tierra como centro del universo en torno al cual giran el sol y los planetas y se establece que la esfera celeste es “incorruptible”, formada por estrellas fijas. No obstante, este modelo será pronto refutado por Copérnico y su sistema heliocéntrico, difundido especialmente a través de su obra póstuma De revolutionibus (1543). Por supuesto, sufrió una fuerte oposición por parte de la Iglesia, pero su mayor precisión en el cálculo de las posiciones de los cuerpos celestes consiguió que el modelo copernicano fuese ganando una aceptación cada vez mayor. Esto se reflejó en los Estatutos de la Universidad de Salamanca, que ya en 1561 permitían la lectura de Copérnico, así como en las obras de algunos defensores como Diego de Zúñiga o Jerónimo Muñoz. Este último, estudió la supernova de 1572, demostrando que no podía tratarse de un objeto sublunar y, por tanto, se oponía a la teórica incorruptibilidad del cielo.
La necesidad de conocer con exactitud la posición de los planetas (efemérides astronómicas) no carecía de importancia, ya que estas eran esenciales para la astrología y sus predicciones. Debe recordarse que, durante esta época, la astronomía y la astrología eran estudiadas en muchos casos de forma prácticamente inseparable. Algunos ejemplos de publicaciones señaladas de esta temática son las de Andrés de Li o Pedro Ciruelo, aunque una de las más difundidas fue el Lunario nueuo, perpetuo, y general, y Pronostico de los tiempos, vniuersal (1598) de Jerónimo Cortés.
Relacionada directamente con la astronomía, otra disciplina fundamental para la época fue el estudio de la cosmografía y su aplicación en la navegación. El interés en el arte de navegar se evidencia en la publicación de tratados de referencia para la determinación de la latitud mediante los conocimientos astronómicos, como pueden ser los de Martín Cortés, Pedro de Medina o el Compendio de la arte de nauegar (1581) de Rodrigo Zamorano. Asimismo, también se manifiesta en la edición de obras sobre instrumentos de observación, como las que abordan el uso del astrolabio (p.e. Juan Aguilera o Juan Martínez Población).
Por último, otra de las preocupaciones relacionadas con la astronomía de especial interés para este siglo fue el cómputo del tiempo, desembocando, en 1582, en la introducción del calendario gregoriano. Los tratados sobre cronología abundan ya desde inicios de siglo, como la Tabla dela diuersidad delos dias y horas (…) de Nebrija (ca. 1516-17), y continuarán con obras como las de Francisco Vicente de Tornamira o Jerónimo de Chaves. Este último publicó su Cronographia en 1554, si bien actualizó la edición de 1584 al nuevo cómputo gregoriano.
Sin embargo, el progreso científico se ve obstaculizado durante el siglo XVII, ya que las instituciones de enseñanza seguían impartiendo contenidos desfasados, negándose a seguir el ritmo de los avances europeos, donde triunfan los trabajos de figuras como Tycho Brahe, Galileo o Kepler. La influencia de la Inquisición, todavía contraria a Copérnico, supuso otra enorme traba al desarrollo de la astronomía española. Una muestra de ello fue la orden de expurgar la obra de Diego de Zúñiga, censurando los pasajes donde defendía que el movimiento de la Tierra no se oponía a las enseñanzas bíblicas.
A pesar de todo, durante este siglo también pueden encontrarse astrónomos señalados como Vicente Mut, el cual realizó observaciones de gran precisión y publicó en 1649 una obra sobre el diámetro del sol y su paralaje (De sole Alfonsino restituto), o José de Zaragoza, del que se puede destacar la construcción de 14 instrumentos astronómicos y su obra divulgativa Esphera en comun celeste y terráquea (1675). A finales de siglo, impulsados por el espíritu renovador de la ciencia del movimiento novator, sobresalen otros estudiosos de las matemáticas y la astronomía, como Tomás Vicente Tosca y su Compendio mathematico (1707-1715), en el que incluye varios tomos sobre astronomía.
Ya en el siglo XVIII, ese afán de progreso y voluntad de introducir en España la ciencia moderna se verá reflejado en la fundación de nuevas instituciones científicas fuera del ámbito universitario, tales como las Sociedades Económicas del Amigos del País o la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. En lo que respecta a la astronomía, se manifestó en la creación en 1753 del primer observatorio del país, el Real Observatorio de Cádiz (San Fernando), y en la del Real Observatorio de Madrid en 1790. El primero de ellos estaba asociado a la Marina, por lo que sus observaciones se aplicaron fundamentalmente en aspectos derivados de la navegación, mientras que el observatorio de Madrid se interesó más por el estudio de la mecánica celeste, la meteorología y la cartografía.
Otro hito a destacar de este siglo fue la expedición al actual Ecuador de Jorge Juan y Antonio de Ulloa, iniciada en 1734. El objetivo de la misma consistía en medir el arco meridiano terrestre a la altura del ecuador, lo cual permitirá calcular el achatamiento real del planeta. Sus descubrimientos y conclusiones de la expedición fueron publicados en la obra Observaciones astronomicas y phisicas hechas (...) en los Reynos del Perú (1748).
No obstante, el desarrollo científico decaerá a finales de siglo y continuará así durante gran parte del siglo XIX, ya que el país se encuentra en una situación de inestabilidad política que derivará en la guerra de la Independencia y las posteriores guerras carlistas. Este contexto frenó el avance de las actividades llevadas a cabo en los observatorios, que no progresarían sustancialmente hasta mediados de siglo, cuando, además, se les dotará a ambos de nuevo instrumental.
Respecto a la enseñanza de la astronomía, si bien los observatorios desempeñaron una labor docente destacable, cabe señalar que, dentro del entorno universitario, comienza a tener mayor relevancia y a plantearse desde una concepción propiamente científica. A partir de la Ley Moyano de 1857, se considera por primera vez la creación de Facultades de Ciencias separadas de las de Filosofía y Letras para el estudio de las ciencias exactas, físicas y naturales.
Por otra parte, el avance en las técnicas fotográficas permite que se popularice el uso de la fotografía astronómica para el descubrimiento de cuerpos celestes y la determinación de la posición y el paralaje de estos, así como para el estudio de la física solar, entre otras aplicaciones. En 1887, se celebra en París el Congreso Astrofotográfico Internacional, donde se decidió preparar en colaboración una Carta Fotográfica del Cielo. En España, se encargará de esta labor el Real Observatorio de Cádiz, donde se adquirió el instrumental necesario para la realización del proyecto. Aunque en 1894 ya hay constancia de que se habían terminado las 1260 placas que debía entregar el observatorio, estas no se publicaron hasta 1923.
El avance de la astronomía en España continuará a principios del siglo siguiente, cuya presencia en los planes universitarios se irá consolidando y se crearán nuevos observatorios, como los de Fabra, Cartuja, Ebro y los primeros universitarios en Barcelona y Valencia. Asimismo, tuvo lugar una serie de fenómenos astronómicos observables desde el territorio español que favorecieron su desarrollo: el paso del cometa Halley en 1910 y la sucesión de tres eclipses totales de sol en 1900, 1905 y 1912.
Fuentes consultadas
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SDB 94"15/16" CIE
Créditos: Elaborado por el Servicio de Información Bibliográfica de la Biblioteca Nacional de España.